La Real y Militar Orden de los Caballeros y Damas de San Carlos es una Orden de Caballería Internacional, de inspiración cristiana, dedicada al Santo Obispo Carlos Borromeo. Fue fundada en Portici (Nápoles), por S.M. el Rey Carlos VII de Nápoles (Carlos III de España), el 22 de octubre de 1738, con ocasión de su matrimonio con María Amalia de Sajonia, ocurrido en Nápoles el 9 de junio de ese mismo año para premiar a todos aquellos que se hubieran distinguido en la defensa del propio Soberano, del territorio nacional y para que en sus Reino no existiera nadie que pasara hambre.


La Orden de San Carlos, es defensora de la monarquía y la religión católica, promueve la armonía entre sus miembros y defiende la Soberanía. Junto con estos principios, los caballeros y damas en sus orígenes y en la actualidad, hay un conjunto de Reglas que debían observar y cumplir todas ellas.

S.M. el Rey Carlos VII regresó a España para hacerse cargo del reino el 9 de noviembre de 1759, los Reinos de Nápoles y Sicilia quedaron en manos de su hijo Fernando IV y la Real y Militar Orden de San Carlos fue cedida a la familia de S.A.S. D. Francesco Oneto Morreale, Príncipe de San Bartolomeo y desde esta fecha hasta la actualidad siempre está unida a la Casa del Principado de San Bartolomeo.

En su origen no existía clasificaciones, pero sí se limitaba a un centenar de caballeros que tenían que demostrar su nobleza (por lo menos 200 años), a menos que el Rey dispensase de tales pruebas a las que han sido merecedor por los servicios prestados.

La insignia de la Orden consistía en una cruz con lirios en los extremos y en el centro un escudo redondo con la Imagen de San Carlos Borromeo, Patrón de la Orden, filos y teniendo tres pequeñas cruces. La cinta era púrpura. 

Tras varios años sin actividad, S.A.S. D. Rafael Andújar y Vilches, VII Príncipe de San Bartolomeo y Jefe de la Casa de San Bartolomeo, acuerda rehabilitar la Real y Militar Orden de Caballeros y Damas de San Carlos, fiel a los principios fundacionales y al espíritu monárquico, cristiano y humanitario. La protección celestial de la Real y Militar Orden, al igual que en su constitución original, se confía a San Carlos Borromeo.

La Orden se gobierna, como en sus orígenes, por el Gran Consejo de la Orden, presidido por el Príncipe Gran Maestre e integrado por El Canciller (Primer Ministro), Maestro de Ceremonias (Ministro de Asuntos Internos), Tesorero (Ministro de Hacienda) y por el Secretario (Ministro de Gracia y Justicia).

El idioma oficial de la Orden es el inglés y el español.

Todos los miembros de la Real y Militar Orden de Caballeros y Damas de San Carlos, están obligados a aportar un óbolo anual a la Orden, así como contribuir, en las medidas de sus posibilidades, a las obras de caridad de la misma.

Los caballeros de la Orden se agrupan en dos categorías: De Justicia, con respecto a todos aquellos que aporten prueba de nobleza y de Gracia, con respecto a todos los demás

Las categorías de la Orden con respecto a los caballeros son las siguientes: Caballero – Caballero Comendador – Caballero Gran Cruz – Caballero Gran Cruz con placa – Caballero Gran Cruz con placa y collar.

Las categorías con respecto a las Damas son: Dama – Dama Conmendadora – Dama Gran Cruz – Dama Gran Cruz con placa – Dama Gran Cruz con placa y collar.

La edad mínima para ser admitido en la Orden es de 18 años. La admisión en la Real y Militar Orden se realizará en una investidura, transcurrido un periodo de prueba de postulación. Todas las investiduras deberán ser autorizadas por el Supremo Consejo de la Orden.

La Orden se organiza en Grandes Prioratos y Encomiendas que gozan de autonomía.

Toda la actividad de la Orden será benéfica y en defensa de los Derechos Humanos, sin mirar sexo, credo o religión.

La Orden de San Carlos está implantada en España, Italia, Finlandia, Estados Unidos, Filipinas, entre otros Países. 


La Orden de San Carlos, fiel a los orígenes fundacionales ayuda a la Archiconfraternidad de San Carlos en la labor humanitaria que realiza tanto en España como fuera de ella, siempre en favor de los más desfavorecidos de la sociedad.