SAN CARLOS BORROMEO - PATRÓN DE LA REAL ORDEN

San Carlos Borromeo nació en Arona, perteneciente al Ducado de Milán, el 2 de octubre de 1538, doscientos años antes que el Rey de Nápoles y Sicilia, fundara la Orden de San Carlos. Fue un cardenal italiano, Arzobispo de Milán y uno de los grandes reformadores católicos de la época postridentina. Era el segundo hijo del Conde Gilberto Borromeo y de Margarita de Médicis, hermana del Papa Pío IV.

A los ocho años de edad (15 de octubre de 1545), recibió la tonsura clerical, de manos del obispo de Lodi, Giovanni Simonetta. Poco más tarde fue enviado a Milán para cursar los estudios humanísticos, donde tuvo como preceptor a Bonaventura Castiglioni, uno de los reformadores católicos milaneses más reconocidos en la historia de la Iglesia.

En el otoño de 1552 se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Pavía, donde el 6 de diciembre de 1559 obtuvo el doctorado utroque jure, esto es, en uno y otro derechos, el civil y el canónico. El 25 del mismo mes, su tío, el cardenal Giovanni Angelo de Médicis, fue elegido papa con el nombre de Pío IV. Este hecho fue decisivo en la vida del joven Carlos.

Pío IV se caracterizó por ser un Papa nepotista. Al día siguiente de su exaltación, envió a Carlos Borromeo a Roma y le colmó de honores y dignidades. En 1560 el Papa concedió a su sobrino diversos títulos y cargos.

Como Arzobispo de Milán, de donde fue preconizado el 12 de mayo de 1564, quiso implantar cuanto antes en su Diócesis las reformas tridentinas. Envió como vicario general a Nicolás Ormaneto con el encargo, entre otros, de abrir un seminario diocesano, cuya dirección y profesores (en número de 30) obtuvo del general de los jesuitas, Diego Laínez. Para la reunión del concilio provincial, prescrito por Trento, solicitó permiso de Pío IV para ir a celebrarlo personalmente. Hizo la entrada solemne en Milán el 23 de septiembre de 1565. En su viaje de vuelta a Roma, recibió noticias alarmantes sobre la salud de su tío. Apresuró entonces el paso y a duras penas llegó a tiempo para administrarle los últimos sacramentos y recibir su postrer suspiro (9 de diciembre de 1565).

La peste de San Carlos

Hay un acontecimiento célebre en la vida de San Carlos Borromeo que define la abnegación y sentido de responsabilidad de su cargo: la llamada peste de San Carlos. Cuando el 11 de agosto de 1576 hacía su entrada solemne en Milán Juan de Austria, gobernador de los Países Bajos, que marchaba camino de Flandes, estalló la espantosa noticia de que había peste en la ciudad. Aquel mismo día prosiguió el Gobernador su viaje y los milaneses comenzaron a aprestarse para luchar contra el terrible enemigo. Borromeo, que se encontraba fuera de la ciudad, al saber la noticia aceleró la vuelta para tomar las medidas oportunas. Los lazaretos rebosaban ya de apestados, a los que faltaban no solo los auxilios materiales, sino también los espirituales. El Arzobispo de Milán, para contrarrestar la peste, hizo pedir limosna por la ciudad y de su patrimonio vendió los objetos preciosos que le quedaban. Incluso cedió las colgaduras de su palacio para hacer vestidos. Dormía escasamente dos horas para poder acudir personalmente a todas partes, visitaba todos los barrios alentando el ánimo de los que desfallecían, administraba él mismo los últimos sacramentos a los sacerdotes que sucumbían en aquella obra de caridad. No despreció el peligro de contagio y ordenó un triduo de oraciones públicas y procesiones. En estas solo podían ir adultos en fila de uno y a tres metros de distancia unos de otros​. La peste siguió en aumento durante el otoño y todo el año siguiente de 1577. Hasta el 20 de enero de 1578 no se declaró su extinción. Por su extraordinaria conducta durante la peste, aquella dura prueba se denominó la peste de San Carlos.


Culto

Después de su muerte, se le empezó a tener devoción como un Santo. Dicha devoción comenzó a crecer de tal manera que los milaneses celebraban su aniversario, aun cuando no estaba canonizado. En un principio, la devoción era privada, pero después de 1601 el cardenal César Baronio escribió que su aniversario ya no debería seguir manteniéndose como una Misa de réquiem, sino que un Te Deum debía ser cantado. Debido a esto, se iniciaron las diligencias para su canonización. El proceso comenzó en Milán, Pavia, Boloña y en otros lugares. En 1604 se envió su causa a la Congregación de Ritos, la cual culminó con su canonizado, el 1 de noviembre de 1610, por el papa Paulo V, mediante la Bula Unigenitus. La Iglesia católica celebra su fiesta hoy 4 de noviembre.


La Real y Militar Orden de San Carlos tiene en su poder una reliquia de San Carlos Borromeo. Reliquia que se expone a la veneración pública el 4 de noviembre.